Loyaulté me lie
In the name of Ægir and of the dead generations | The Anglogalician ...
Viaje Sentimental por Yorkshire, por England, e incluso por Gales ...
I Have a Rendezvous with Tractorville. A Esmorga Do Mar Ao Norde ...
I Bare Him On Eagles' Wings And Brought Him Unto Me | The ...
justo y necesario
ResponderEliminar& seeking
ResponderEliminara possible path
En la relación falta la del Magosto de Sheffield
ResponderEliminarMovió el juego de canicas del sistema solar que tenía en la palma de la mano derecha.
ResponderEliminarDwar Ev soldó solemnemente la última conexión. Con oro.
ResponderEliminarLos objetivos de una docena de cámaras de televisión lo estaban observando, y el sub-éter se encargó de llevar por todo el Universo una docena de imágenes diferentes del acontecimiento.
Se concentró, hizo un gesto con la cabeza a Dwar Reyn, y se colocó enseguida junto al botón que establecería el contacto. El conmutador pondría en relación, de un solo golpe, todas las supermáquinas de todos los planetas habitados del Universo (96 billones de planetas), en un supercircuito que los transformaría en gigantesco super-calculador, gigantesco monstruo cibernético que reuniría el saber de todas las galaxias. Dwar Reyn habló unos instantes a los trillones de seres que lo observaban y lo escuchaban. Y, tras un breve silencio, anunció:
—Y ahora con ustedes, Dwar Ev.
Dwar Ev giró el conmutador. Se oyó un potente ronroneo, el de las ondas que salían hacia 96 billones de planetas. Se prendieron y apagaron las luces en los dos kilómetros que componían el tablero de control.
Dwar Ev dio un paso hacia atrás, respirando profundamente.
—Es a usted que corresponde hacer la primera pregunta, Dwar Reyn.
—Gracias —dijo Dwar Reyn—, haré una pregunta que nunca pudo ser contestada por las máquinas cibernéticas sencillas.
Se volvió hacia la máquina:
—¿Existe un Dios?
La voz poderosa contestó Crin titubeos, sin el menor temblor.
—Sí, ahora existe un Dios.
Sigo sin entender
ResponderEliminarcómo podías
hacer el amor
sin quitarte
el chaleco antibalas...
¿acaso no sabes
que son los te quiero
de fogueo los que matan?
¡ PRESENTES !
ResponderEliminarEscribir por fragmentos: los fragmentos son entonces las piedras sobre el perímetro del círculo: me arrellano en redondel: todo mi universo en migajas; en el centro ¿Qué?
ResponderEliminarfalta una referencia al mestre Coffee.
ResponderEliminarY, sin embargo,
ResponderEliminarallí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra.
De pie, inclinada hacia delante, el pecho tendido hacia nosotros y los brazos
ResponderEliminarligeramente echados hacia atrás, en la actitud del bucea-dor que toma impulso,
la joven nos miraba y creo que su sorpresa debía igualar la nuestra. Después
de haberla contemplado por un largo instante, me sentía tan completamente
trastornado que me era imposible apreciar detalle alguno; el conjunto de sus
formas me tenía hipnotizado. Hasta después de unos minutos no pude darme
cuenta de nue pertenecía a la raza blanca, que su piel era dorada, más bien
míe bronceada, que era alta, sin exceso, y delgada. Después, como en un
sueño, vi una cara de una pureza singular. Finalmente, miré sus ojos.
Mis dotes de observación se despertaron entonces bruscamente, mi atención
se hizo más aguda y me estremecí, porque allí, en su mirada, había un
elemento nuevo para mí. Descubrí allí un toque insólito, misterioso, un algo
extraño que todos nosotros esperábamos ver en un mundo tan alejado del
nuestro. Pero no me sentí capaz de analizar ni siquiera de definir la naturaleza
de aquel algo extraño. Solamente notaba una diferencia esencial con los
individuos de nuestra especie. No estaba en el color de los ojos, pues eran de
un gris poco corriente entre nosotros, pero no excepcional. La anomalía residía
en la emanación de aquellos ojos, en una especie de vacío, una ausencia de
expresión, que me recordaba a una pobre demente que conocí una vez. Pero
no, no era esto, no podía ser locura.
Coffee, Presente¡
ResponderEliminarCaídos por la Anglogalician, PRESENTES¡
I'm as poor as a church mouse, that's just had an enormous tax bill on the very day his wife ran off with another mouse, taking all the cheese
ResponderEliminarXIV en letanías
ResponderEliminarTras fabricante dellas, fui cazador de mariposas de Muzo – ¡ óxte esmeraldas! –
ResponderEliminary de somortas en los Urales, y de hefestitas – ¿dóndesería? ¿Sábelo Plinio?, y orquidiólogo
(especializado en cadeyas por lo que dijo Marcel Proust);
conchologista –como Poe– (y siempre en pos de esa concha sonrosada
que conturbó a Lelián, al Fauno –cuando anverso y no inverso–).
Fuí pescador de ballenas, como Jonás y Melville, y de Sirenas: no Ulises sordo, sino ávido grumete, de su cántiga
sortílega en acecho! Patraña aquello de que no tienen piernas las Sirenas...:
lo de su cola...: ¡para nadar usan el cierre automático –o cremallera–
de que luego prescinden...
A más de supervisor de su “vestier” de fiesta
fui “cicerone” de los Pingüinos Peripatéticos en su excursión por Ecbatana
(a lomo de dromedario)
y de su viaje elefantino por Nolandia de Oro, viaje entonces no tal: mas crisoelefantino.
Fuí alero izquierdo en el onceno de “foot–ball” llamado el invicto de “Cocojondo”.
Fuí peón de ajedrez cuando jugábase “in vivo”:
coronábame loco Alfil para –al sesgo– tomar la Reina,
La señora de Benjamin Pantier
ResponderEliminarYo sé que él dijo que le atrapé el alma
en una trampa que lo desangró a morir.
Y todos los hombres lo querían
y muchas mujeres lo compadecieron.
Pero pongamos que una es realmente una dama, y tiene gustos delicados,
y odia el olor a whisky y a cebollas,
y el ritmo de la Oda de Wordsworth le resuena en los oídos,
mientras él se la pasa día y noche
repitiendo trozos de aquello tan ordinario:
“¿Oh, por qué habría de sentirse orgulloso el espíritu del mortal?”
Y supongamos luego
que eres una mujer bien dotada,
y el único hombre con el que la ley y la moralidad
te permiten una relación marital
es justo el hombre que te repugna
cada vez que piensas en eso —y piensas en eso
cada vez que lo ves.
Por tal razón lo eché de la casa
para que se fuera a vivir con su perro
en un cuartucho sórdido
detrás de su oficina.