venres, 27 de novembro de 2020

XXI

Itinerarios del porcobravismo rampante y tumescente por las Islas Británicas.
Un nostálgico repaso anegado en cerveza.

Setembro 2007: Liverpool, Burton Upon Trent, Nottingham, Sheffield.

Maio - Xuño 2008: Leeds, Sheffield, Masham, York, Ripon, Doncaster

Abril 2009: Lincoln, Birmingham, Sheffield, Hathersage, Rugby.
Primera victoria a domicilio de los porcos bravos.

Marzo 2010: King´s Lynn, Sheffield, Bakewell, Newton.

Outubro 2011: Stamford, Pickering, Whitby, Scarborough, Tadcaster, Sheffield, Melton Mowbray.

Maio 2013:  Kings Langley, Bath, Bristol, Monmouth en el País de Gales, Worcester, Sheffield, Woodhouse, Godmanchester.
Segunda victoria away de los porcos bravos.

Marzo 2015: Newark-on-Trent, Durham, Gateshead, Newcastle (¿Qué pasó en Newcastle?), Whitley Bay, Wallsend, Sheffield.

Marzo - Abril 2017: (Edimburgo, Stirling, St Andrews, Crail y Kirkcaldy en Escocia), Stannington, Hudswell, Masham, Liverpool, Sheffield, Huddersfield.

Outubro 2019: Liverpool, (Ruthin, Mold y Ewloe en el País de Gales), St Helens, Sheffield.
Tercera victoria de los porcos bravos en suelo inglés.

¿?: Yardley Gobion.

13 comentarios:

  1. El problema es real, más allá de los Estados Unidos: buena parte de la población del mundo no se siente representada por sus gobernantes tradicionales y busca otros. Así que los viejos dueños de la democracia pierden el control, e intentan recuperarlo, pero no lo consiguen porque el mundo que imaginan ya no existe. Y en lugar de tratar de entender ese mundo distinto se enojan con él porque no es como ellos dicen que tiene que ser, como supuestamente era. Mientras tanto, hay millones y millones que creen –que saben– que ese mundo no les funcionaba: que no quieren que sea así y buscan alternativas, buscan respuestas.

    Donald Trump es una respuesta horrible pero es un intento de respuesta; Joe Biden, no. Lo que dice la opción Biden, un señor del corazón del sistema político, medio siglo en la administración americana, es que los gobernantes creen que los que están equivocados son los ciudadanos: que deberían querer más de ese sistema –que no los representa.

    Los “demócratas” –que en otros países se llaman “republicanos”– no ofrecen respuestas a ese malestar: solo lo rechazan, lo condenan por antidemocrático. Y entonces las respuestas que se imponen son las de Donald Trump –o Bolsonaro u Orban o Maduro o Abascal– y ese es el gran fracaso de la política actual. De ese tema depende lo que pasará en el mundo en las próximas décadas: si no encontramos formas nuevas de representación política, que consigan que los ciudadanos se sientan representados por sus representantes, seguiremos lamentando que tipos lamentables como Donald Trump manejen el mundo. O, si acaso, tipos como Joe Biden.
    Pero Donald Trump –ya queda dicho– le seguirá rindiendo un gran servicio a su país. Cuando llegó, de puro bruto, consiguió que tantos creyeran que Estados Unidos, antes de él, había sido la cuna y custodio de las libertades, la democracia por excelencia, olvidando un par de detalles: el mayor ejército de la historia, las fortunas que manejan el globo, el racismo de siglos, cuatro de cada diez personas convencidas de que Dios creó al hombre tal como es ahora, esas cositas.

    Pero Trump fue lo suficientemente gritón y bestia como para producir, ahora que parece que se va, el mismo efecto que cuando llegó: convencernos de que los Estados Unidos serán un país extraordinario maravilloso fabuloso porque no será él quien lo gobierne.

    Viene una ola de felicidad. La Era de la Peluca deja paso a la Era de la Gomina, vuelven los viejos buenos tiempos. Business as usual: los Estados Fallidos de América peleando por manejar el mundo, y el mundo festejando. ¿Alguien dijo que hacíamos el tonto?

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  2. Hay un rey: en España hay un rey, como había hace 500 años, y algunos dicen que está bien que lo haya porque lo había hace 500 años. En España, hace 500 años, quemaban a los judíos y a los dudosos, encerraban a las mujeres por adúlteras, vendían personas en el mercado de la esquina y al que decía que la Tierra giraba alrededor del Sol lo metían preso. Y había un rey, como ahora, y algunos dicen que está bien. Aunque ahora, por ahora, haya dos, porque a uno lo echaron y pusieron al otro para ver si podían salvar la ropa –y la monarquía y, quién sabe, alguna cuenta suiza.

    Hasta hace cinco años había uno solo: se llamaba Juan Carlos Borbón Borbón y estaba ahí porque lo había nombrado un militar que mató mucho y mandó tantos años, hasta que se murió. El señor Francisco Franco tenía el mérito dudoso de habérselo ganado con la sangre de cientos de miles; al señor Borbón Borbón le alcanzó con la suya. En esos días los poderosos españoles hicieron trampas para que España volviera a ser un reino y algunos lo celebraron y otros lo aceptaron porque creían que no quedaba más remedio y después se alegraron de tener ese rey, tan guapo tan alto chulo chachi.

    Pero ahora dicen ay, ese hombre no era lo que creíamos –como si algún hombre fuera alguna vez lo que los otros creen. Y dicen ay, nos engañó, por no decir nos engañamos: durante cuatro décadas la mayoría de mis compatriotas españoles dijeron que la monarquía les gustaba más o menos pero ese hombre sí, ese rey que tenían. No pensaban en ideas, pensaban en señores; ahora, de pronto, descubren que a ése le gustaban las escopetas y matar y la pasta y las rubias y se sorprenden y se asustan. Y ni así vuelven a las ideas. Menuda cerdada para ellos.

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  3. Llegaron al amanecer. El 29 de noviembre de 1864. 700 soldados fuertemente armados de la III Caballería de Colorado, encabezados por el coronel John Chivington, descendieron a plena galope sobre una aldea cheyenne cerca de Sand Creek (Arroyo de Arena). A los indígenas fue una sorpresa total, ya que unos meses antes representantes del gobierno de Estados Unidos se habían reunido con su jefe, Black Kettle (Olla Negra), lo animó a instalar a su gente cerca del arroyo, y les habían prometido a él y a su gente la paz y la seguridad. Cuando los soldados se acercaban, Black Kettle se apuró para levantar la bandera de Estados Unido sobre su vivienda en señal de solidaridad mientras otros levantaron banderas blancas en señal de rendirse. A los soldados, no importaba.

    Los soldados abrieron fuego con carabinas y cañones, matando a por lo menos 130 de los indígenas, dos tercios de estos siendo mujeres, niños y ancianos. La mayoría de los hombres jóvenes estaban de caza al momento de la masacre; sino muchos más hubieran muerto. Antes de irse, los soldados quemaron la aldea y mutilaron los cadáveres.

    El capitán Silas Soule, un ferviente abolicionista anti-esclavitud se quedó horrorizado por el ataque, que para él era una traición del acuerdo que Estados Unidos y las autoridades de Colorado habían hecho con Black Kettle. Soule se negó a disparar ni ordenar a sus soldados al combate. En vez, denunció la masacre: “Cientos de mujeres y niños se nos acercaban, se ponían de rodillas pidiendo piedad”, escribió Soule. No obstante, “hombres que afirman ser civilizados les partían los sesos” y los dispararon. Soule calculó que mataron a 200 indígenas, todos menos 60 de ellos siendo mujeres y niños. Escribió que los soldados no solo les arrancaron la cabellera a los cadáveres, sino que a algunos les cercenaron las “Orejas y Partes Privadas”.

    Otro testigo horrorizado dijo: “Vi cadáveres en el suelo cortados en pedazos, la peor mutilación que jamás haya visto; mujeres cortadas en pedazos… con cuchillos; la caballera arrancada; los sesos estrellados; criaturas de dos o tres meses; de todas las edades ahí tirados, de infantes a guerreros…”.

    El coronel Chivington y sus soldados adornaron sus armas, sombreros y equipo con caballeras arrancadas y otras partes del cuerpo como los senos y las vaginas que habían cercenado. Además, desplegaron esos “trofeos de guerra” durante los intermedios en el teatro público de Denver, así como en tabernas cercanas.

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  4. La vigésimo primera entrada de "Os Arquivos Stout" recorre la geografía sentimental del porcobravismo que asalta periódicamente el Reino Unido.

    ¿Se han olvidado de la japonesa de Rugby?

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  5. El príncipe de Gales se emborracha todas las noches: la borrachera no es en Inglaterra un gran defecto, ni hay cosa más común que hallar sujetos de distinción perdidos de vino en las casas particulares, en los cafés y en los espectáculos. Cuando un extranjero asiste a una mesa de ingleses, pocas veces puede escapar de la alternativa de embriagarse como los otros, o de perder la amistad con el dueño de la casa y cuantos asisten al festín; ni ha de dejar de beber cuando beben los otros, ni ha de beber menos de lo que beben los demás. No hay para con ellos consideración que baste; toda repulsa en esta materia es una ofensa formal, que no se perdona. Levantados los manteles, vienen las botellas y empiezan los brindis; a cada brindis ha de beber cada asistente una copa de vino. Regularmente se brinda en primer lugar por el rey y nuestra gloriosa Constitución; después cada cual de los concurrentes brinda por algún sujeto de su estimación, amigo o amiga ausente, y todos beben, repitiendo el brindis que dictó, y esto se hace con una gravedad ceremoniosa y ridícula, que es cuanto hay que ver, y así van brindando uno después de otro, de manera que cada convidado se ve en la precisión de beber, lo menos, tantas copas cuantos sean los concurrentes a la comida. Luego que se ha acabado el turno, suele repetirse una o más veces, y allí se están cuatro, seis u ocho horas sin moverse de la mesa, sino para mear, operación que se hace en un gran cangilón dispuesto a este fin en uno de los rincones de la sala.

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  6. Tribunal de la Policía de Kirkcaldy. Ante el Alcade Dishart. Simon Walker, se confiesa culpable de atacar a un hombre, golpearlo y derribarlo. En un ataque infundado, motivo por el cual el Juez lo describió como un serio peligro para la comunidad. Multado con 30 chelines.

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  7. Hoy arrastro unos metrillos de ego bastantante incómodos. Me sobran las cifras, también. Pero sobre todo me sobra este ego impertinente, que se asoma desde lo alto. Exclamo sanguinaria que hay que matarlo, pero la voz al otro lado del teléfono me serena: tiene su función. Y me convence. Mecanismos cada vez más familiares.
    Reajuste. Independencia. Espectáculo y compra-venta. Al mejor postor. Buena, bonita y barata (accesible).

    En el fondo me hace gracia (¿o era en la superficie?).

    Decido dedicarle un guiño. Gracias a mis bombachos rojos de pana, perfectos para meditar en un lugar frío y montañoso, por ejemplo.
    Y a una ensaimada pareja de una palmera. Y a una compañía cómplice, que tiene la mirada cada vez más limpia.

    Reconozco que ha surgido la magia en un día incomprensible.

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  8. No cura el tiempo. El tiempo verifica.
    Cuando llame
    abrir pronto,
    que se instale en la cocina a calentar hierros y aceite, prestarle las tijeras, la piedra de amolar.
    Luego, en el patio, en medio del círculo aterrado de niños y vendedores ambulantes,
    aullar a cada gota ardiendo, convulsionarse bellamente bajo cada sabia incisión hecha pour voir
    y al fin dar las gracias -no cuesta- por el certificado (válido hasta mañana):
    que aún vive, que aún le vuelve la saña;
    hay tejidos chirriantes; otros, aunque cedizos, responden todavía.

    (Me agradecen que aquello pasó
    -aquello que dolía por las tardes bajo mi filo perpetuo
    disfrazado de esquina, de fecha, de cáscara-,
    sin saber que ahora es signo de miasis en progreso; no asunto nuestro ya.
    Huyendo de mis pruebas dio a la muerte una parte
    y me llaman -otra vez- curalotodo. Yo no curo. Ni mato. Yo sólo
    verifico.)

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  9. Soledad no me permitía ninguna práctica sexual de la cintura para arriba, pero el resto de su cuerpo estaba a mi disposición, siendo su especialidad el difícil arte de hacer pajas con los pies. Aunque, si intentaba tocarle los pechos, se ponía nerviosa.

    Cuando al fin logré convencerla para que me la chupara, mi pene terminó cubierto con una tela igualita a la de una araña. Me asusté y pensé que mi chancro había regresado, hasta que Soledad me confesó que el problema estaba en la composición química de su saliva, no en mi verga. Entonces deduje que ella también estaba chancrosa; como los dos estábamos enfermos, no le di importancia y quise seguir follando, pero Soledad se puso a llorar y me pidió que me fuera.

    Pasé semanas tratando de contactarla, pero era como si se hubiera escondido bajo tierra, hasta que me llamó y concertamos una cita. Antes de que pudiese decirle algo, ella me preguntó: «¿Qué es lo que más desearías en esta vida?». Yo respondí la primera huevada que se me vino a la mente, pero Soledad se puso seria y pronunció esta afirmación: «Yo quisiera ser mamífera».

    No me esperaba esa declaración y decidí que lo mejor era cagarse de la risa ante tamaña ocurrencia y luego besar a mi chica, pero antes de que pudiera hacerlo, ella se abrió la blusa y me mostró su terrible secreto: lo que yo creí que era un lindo par de tetas puntiagudas, en realidad eran dos muñones fibrosos, extremidades mutiladas que me revelaron la vida artrópoda de Soledad. Mi peculiar novia es un gran coleóptero depilado que se cortó las patas que tenía donde una mujer normal posee senos.

    Cada vez más aterrado, contemplé cómo Soledad sacó mil antenas de sus orejas al tiempo que recibía un discurso sobre la belleza de los élitros que provocan la envidia de la poderosa escolopendra. Después de todo aquello, me desmayé.

    Escribo estas líneas a modo de testamento, pues aunque Soledad sigue disimulando su verdadera filiación zoológica y ha jurado no hacerme daño, sé muy bien que en su especie el apareamiento implica que el macho sea decapitado y se transforme en proteínas para las larvas.

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  10. El viajar es el lugar del excremento.4 de febreiro de 2021, 19:50

    Trataste de evitar que Te Arruine La Noche pero, ¡en el meadero te recogí! Como el vapor de la orina ajena se pega en la ropa, tus arrugas se prenden de mi vida.

    —No sabes lo que me han hecho los hombres —dices.

    —Ya No Soy Hombre —fumo.

    —Estás enfermo… creo que me vas a pegar —no me miras.

    —Te odio como Jesús odia a sus colmillos: morbosamente —intentas irte.

    Es tarde. Tus amigos y mi pusher se preocupan por nuestra ausencia. No hubo despedida. Sólo un beso contra el plumaje que me has vuelto a negar y el inodoro anegado como el final que nos merecíamos.

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  11. Cuando Coco Panel afrontó al malón con pigmón amotinado sin tino, ella agitó sorcieramente sus aretes, heredados de un espléndido cretino -Pietro Aretino- con el propósito de deslumbrar a la pigmeada pleveyuna que chillaba como cuando en Pernambuco trabé el trabuco del oso que se comió mi ossobuco

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  12. Ganwyd Owain Glyn Dŵr i deulu uchelwrol yng ngogledd-ddwyrain Cymru. Roedd ei dad Gruffudd Fychan yn etifedd i dywysogion Powys Fadog, disgynyddion Madog ap Maredudd, rheolwr olaf Teyrnas Powys unedig. Ei fam oedd Elen ferch Tomos ap Llywelyn o linach tywysogion Deheubarth. Roedd hi'n ddisgynnydd i Rhys ap Gruffudd, (yr Arglwydd Rhys), felly gallai Owain hawlio bod yn etifedd Powys a Deheubarth. Roedd etifedd olaf Teyrnas Gwynedd yn y llinach wrywaidd uniongyrchol, Owain Lawgoch, wedi ei lofruddio yn 1378, ond trwy ei hen nain roedd Owain yn ddisgynnydd i Gruffudd ap Cynan.

    Roedd Owain felly mewn sefyllfa gref, o ran llinach, i hawlio bod yn Dywysog Cymru, gam ei fod yn etifedd awdurdod y ddau Lywelyn, sef Llywelyn Fawr a Llywelyn II, sefydlwyr Tywysogaeth Cymru yn y 13g.

    Gweler hefyd llinach uniongyrchol ei fam a'i dad (isod).

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  13. —Alucinas, el sexo masculino es un subgénero. Y por si fuera poco, eso les hacer perder el mundo de vista. Ni siquiera es que les exciten tanto las tías, es la idea de empalmarse. No consiguen superarlo, joder, a ver si nos vamos a pasar la vida dándole vueltas al asunto. Es su problema, que lo resuelvan ellos…
    Aliviada, después de una hora de nervios, vacía su vaso de un trago, disculpándose con una sonrisa:
    —No te dejo soltar ni una, ¿verdad? ¿Estás bien?
    —Tengo ganas de clavártela, en serio.
    Tenía que soltarlo.
    Ella se ha quedado patitiesa. Intenta tomárselo a broma:
    —Ya veo que me escuchas con atención.
    —Eso no cambia nada. Quiero follarte.
    Ella le clava una mirada mortal y cambia de tema. Él la deja en paz hasta que terminan de comer, como si no hubiera pasado nada.
    La deja pagar la cuenta y vuelve a la carga:
    —Si te has quedado aquí sentada conmigo, es porque sabes muy bien que lo haremos.
    Ella se pone seria y se mira las manos:
    —Preferiría no saberlo.
    Se la ha llevado hasta la callejuela.
    Han follado en el suelo absolutamente convencidos de que se revolcaban en la arena, a orillas del mar. Podía sorprenderles cualquiera, pero nadie les ha molestado. Se han tomado su tiempo, antes y después y en medio, cada vez.
    Primero ha intentado apartarle cuando él ha querido lamerla, como si fuera una caricia sucia. Y luego le ha dejado. Sentía su boca mucho más conocedora de su almeja que ella misma, sabía amarla y activar todas sus zonas con su lengua precisa y suave.
    Ha penetrado en su raja, buscando con la cadera, sin ayuda de las manos, y ha golpeado hasta sentir el fondo.
    Le ha puesto una flor en el vientre, con un corazón palpitante y pétalos esparcidos en desorden. Largos, suaves y fluidos. Le ha introducido un mar en su interior, alimentado con sus vaivenes.
    Le hablaba de su culazo, de lo caliente que estaba por dentro, decía que le llenaba el coño y que a ella parecía gustarle.
    A ella le ha sorprendido correrse, con el tiempo que te lleva, con tanta subida y esa blanquísima explosión.
    Sorprendida, pero aún más extrañada de no haberlo buscado antes, de haberlo conseguido solamente esa noche.
    Caminaban luego por la acera. Bruscamente alejados, sin saber muy bien cómo comportarse el uno con el otro. Ella ha mirado la hora en un reloj. Otra vez la puta realidad.

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